El verano se convirtió en una fiesta para Estados Unidos en cuanto a fútbol se trata. Aunque no es el deporte de preferencia de los fanáticos, en los últimos meses esté ha invadido los estadios y ha roto varios récords. Desde la presencia de Messi hasta el rating del Mundial Femenino, en Estados Unidos todo es ‘soccer’.
El fútbol se robó los reflectores en los últimos meses, empezando por el partido entre el LAFC y el Galaxy en el mítico estadio del Rose Bowl, donde atrajo a 82,000 aficionados, siendo la asistencia más grande para un partido de fútbol en Estados Unidos de la MLS.
Desde ahí todo ha sido sobre el llamado ‘soccer’ y una de las grandes razones es Lionel Messi. La llegada del argentino al Inter Miami rompió el mercado y atrajo a una ola de fanáticos a los estadios, que en cuestión de horas agotaron los boletos de los estadios en los que se espera juegue el argentino en la MLS.
Su debut en la Leagues Cup contra el Cruz Azul tuvo venta total de los boletos, incluyendo las gradas extras que tuvieron que habilitar por la alta demanda. Además, el Inter Miami se convirtió en uno de los equipos deportivos más seguidos en redes en Estados Unidos, sobre varios de la NFL, NBA y MLB.
Algo que era un éxito asegurado era el Mundial Femenino. USWNT parte como una de las favoritas a llegar a la final y los aficionados no han parado de seguir su camino pese a las horas en las que se han disputado los partidos. El juego ante Países Bajos se convirtió en el partido de fase de grupos de un Mundial Femenino más visto en la historia del país con 6.429.000 espectadores, además del que más audiencia ha tenido de esta ronda en habla hispana con 1,51 millones y el segundo en cualquier fase de la justa.
Pero la pasión por el fútbol no ha parado ahí, pues con las pretemporadas de los grandes equipos de Europa disputándose en suelo norteamericano, las asistencias a los partidos han sido históricas.
El partido del Barcelona y Real Madrid en Texas tuvo una asistencia total de 82,000, misma cantidad del Manchester United ante el Arsenal en New Jersey, convirtiéndose en una de las pretemporadas más exitosas en Norteamérica.