En 2016, los Warriors ganaron 73 partidos en temporada regular, más que ningún otro equipo, pero las lesiones de Andrew Bogut y Stephen Curry, sumado a la suspensión a Draymond Green en el Juego 5, permitió que los Cavs remontaran un 1-3 para quitarles el anillo.
De inmediato, Golden State tuvo que ponderar todo e instantes después de perder, Green comenzó a mover la maquinaria que llevó a Kevin Durant a la bahía. Llegaron dos anillos, tres Finales y quizá el mejor equipo de la historia.
Siete años después, se repite la historia, pero se ve difícil que llegue un jugador del calibre de KD al rescate.
Por primera vez en la dinastía, los Warriors quedaron eliminados cuando todos estuvieron disponibles. No hubo tema de salud o sanción: los Lakers fueron demasiado. Golden State no tuvo los caballos para ir a la par y dejaron la corona en seis partidos en la semifinal de conferencia y mucho puede cambiar en las próximas semanas. Puede ser el final de la dinastía.
Hay un nombre marcado: Draymond Green. La pieza clave en la defensa (fue elegido en los equipos defensivos del año, pese a todo) tiene una opción de jugador para volver, por 27.59 millones de dólares. No es poco, pero tampoco es un contrato máximo y, con 33 años cumplidos hace par de meses, Green podría buscar un último gran pago importante.
También está la situación del vestidor que se fracturó cuando Green dio un puñetazo a Jordan Poole en la pretemporada. Esa sombra estuvo sobre el equipo todo el año y seguirá ahí. Le puedes tolerar ciertos exabruptos a un jugador y aporta más allá de los 8.5 puntos, 7.2 rebotes y 6.8 asistencias que dice la hoja de anotación. El problema es si vale la pena atar el futuro a ese núcleo que apenas si logró llegar a los Playoffs de manera directa y que fue de los peores visitantes de toda la NBA. No tienen espacio contra el tope salarial para firmar agentes libres porque tienen una deuda importante de impuesto de lujo.
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Ahí sale el segundo nombre, Poole. No por recibir el puñetazo, sino que la apuesta para rejuvenecer el equipo pasa fue él y en los Playoffs, se cayó a pedazos. Defensivamente es una puerta giratoria y perdió el ritmo en ofensiva. De 20.4 puntos en temporada regular a 12.0 en la primera ronda, y si bien anotó 21 en el Juego 1 ante Lakers, no pasó de 11 el resto, con un cero en el Juego 4 para caer 1-3.
La peor noticia es que el nuevo contrato de 4 años y 128 millones que le dieron tras las Finales del 2022 comienza a correr en el otoño.
Hay también dudas de quién será el encargado de tomar estas decisiones. Bob Myers, el presidente de operaciones, termina contrato el 30 de junio y no hay certeza de que vaya a volver. Puede que el nuevo mandamás tenga otra óptica y decida pasar la página.
El viernes por la noche bien pudo ser el final de la dinastía. 21 puntos de diferencia. Un trago muy amargo, pero suele ser así, de manera contundente: los Lakers de Magic fueron barridos por los Bad Boys de Detroit, los Bulls se fueron 13-37 en la temporada de la huelga tras el segundo retiro de Jordan, los Lakers de Shaq y Kobe cayeron por 13 contra Detroit en las Finales del 2005, a los Lakers de Kobe y Pau les pasó por 36 en 2011 ante Dallas, LeBron y el Heat fue por 17 en las Finales del 2014.