La temporada 2022 de la NFL pintaba a reconstrucción para los Chiefs. Su mejor arma ofensiva, Tyreek Hill, se fue a Miami al no tener dinero para darle un nuevo contrato. Pero la dupla de Andy Reid y Patrick Mahomes siguió en Kansas City, ganaron la división, volvieron por quinta vez a la final de conferencia y, aunque de nueva cuenta perdían por doble dígito, se llevaron el Super Bowl LVII, 38-35 ante los Eagles.
Antes de que saliera Rihanna, el panorama no era nada alentador para los Chiefs. Fue un inicio fugaz de partido, en el que ambos equipos llegaron a las diagonales en su primera serie. Kansas City falló un gol de campo y todo fue para los Eagles, salvo un pecado mayúsculo: un fumble de Jalen Hurts, cuando ganaban 14-7, que Nick Bolton devolvió para anotación y puso el empate temporal. No se tambaleó Philadelphia, que anotó los últimos 10 puntos de la mitad y Mahomes se retorcía de dolor tras resentirse del esguince de tobillo que sufrió ante Jacksonville en la ronda divisional en su última jugada ofensiva.
La desventaja de 10 es históricamente una pesadilla en el Super Bowl. Los primeros 24 que caían por dos anotaciones al descanso no se llevaron el anillo. Antes del domingo, solo Brady tenía la hazaña. Tener al QB en una pierna no ayuda, pero Mahomes, que ante lo 49ers en Miami hace tres años remontó un 20-10 en el último cuarto, no entró nunca en pánico. No es necesario cuando en tu carrera has revertido un 24-0, tienes tres remontadas de doble dígito en los Playoffs y en tu carrera ganaste el 58.3% de los partidos que vas perdiendo por doble dígito en algún punto, único en la historia de la NFL con al menos 20 partidos.
Kansas City fue un equipo distinto tras el descanso. Casi todas sus jugadas funcionaron. Los Eagles y sus casi 80 capturas nunca incomodaron al QB. La defensiva hizo lo justo y Mahomes se encargó del resto. Los números no lucen (apenas 182 yardas por pase), pero el no ajustar el personal le permitió a los Chiefs aprovechar los huecos por tierra y terminaron corriendo mejor que los Eagles (158 vs 115). Recortaron de inmediato y luego le dieron la vuelta.
Andy Reid estuvo quizá en su mejor noche, apretando todos los botones justos y mostrando una excelente capacidad de adaptarse y anticipar lo que haría la defensiva rival. Así llegaron las últimas dos anotaciones, poniendo hombres en movimiento en la línea de gol y revirtiendo el rumbo, sabiendo que Philadelphia compensaría rápido al otro costado. Kadarius Toney fue clave, recibiendo el primero y poniendo la mesa para el segundo tras el regreso de despeje más largo en la historia del Super Bowl, 65 yardas hasta la 5 de los Eagles.
Philadelphia salió del letargo y lo empató con 5:15 por jugar, con un touchdown por tierra de Hurts y una conversión terrestre del QB. Demasiado tiempo para Mahomes, pero muy poco para recuperar el balón ante una defensiva que fue diseccionada.
Kansas City recorrió todo el campo para el gol de campo del triunfo, incluyendo un épico acarreo de Mahomes para llegar a zona de gol de campo. Y como cereza del pastel, se acabaron el reloj, en un final un tanto anticlimático por un castigo de sujetando de James Bradberry en tercer down tras la pausa de los dos minutos que prácticamente selló todo, porque la patada de Harrison Butker llegó con 8 segundos por jugar.
Ni perder a su jugador más peligroso pudo con Mahomes. Tampoco un tobillo lesionado durante el último mes. El roster más talentoso de la liga con una ventaja de 10 puntos tampoco pudo echar candado, aún cuando anotaron 35 puntos, cifra que nadie había alcanzado y no se había llevado el Vince Lombardi. Pero Mahomes es un extraterrestre. Fue inevitable y se puso el segundo anillo y segundo MVP con apenas 27 años en un año que era de ‘reconstrucción’. Ya sin Brady, no se puede negar: la NFL es la liga de Mahomes.