El Juego 4 de unas Finales NBA rara vez es definitivo. Apenas hay 9 barridas en las 76 temporadas previas, con solo tres en el nuevo milenio. Sobra decir que, tras salir 1-1 de Denver, no se dará la décima, pero el partido del viernes por la noche es definitivo para el Heat.
Miami perdió la localía al caer en el tercero de la serie. Los Nuggets vuelven a tener la sartén por el mango. Han lucido como el mejor equipo por casi toda la serie, salvo el último periodo del Juego 2, que les costó la derrota. Han tenido luz de 15 o más en cada juego y dieron un golpe importante a las aspiraciones del Heat.
Jimmy Butler y compañía están contra las cuerdas. Solo 13 equipos remontaron un 1-2 en las Finales. Tienen que dar vuelta a la página si quieren emular a los últimos dos campeones, Bucks y Warriors, que también perdían la serie tras el Juego 3.
Es ganar o ganar el viernes para Miami en casa, porque solo una vez un equipo remontó un 1-3 en las Finales en 36 intentos. Fue en el 2016, cuando los Cavs de LeBron lo lograron, ayudados por la suspensión de Draymond Green y las lesiones de media rotación de los Warriors. El Heat no tiene la salud de su lado, con Tyler Herro todavía fuera.
Tampoco tiene los mejores duelos en esta serie. Bam Adebayo ha sido quizá su mejor jugador, pero Nikola Jokic está siendo un mostruo que hace cosas nunca vistas. Jamal Murray está en modo burbuja. Christian Braun dio un aporte inesperado. Y Denver ha dominado la serie aún cuando dos titulares, Michael Porter Jr. y Kentavious Caldwell-Pope, desaparecidos completamente.
Erik Spoelstra tiene que hacer uso de la etiqueta de coach leyenda de la NBA. Lo consiguió en el segundo, pero en el Juego 3 Denver hizo trizas en el juego de pantallas, aprovechando la extraña decisión de doblar a Murray y dejar solo a Jokic. Salió el tiro por la culata. Fue un golpe duro, pero todavía no catastrófico.
Es ganar o ganar para Miami el viernes, si quieren su cuarto campeonato.