Bernardo Silva encontró dos balones frente al arco del Real Madrid para impactarlos y no equivocarse en el proceso: Dos goles lapidarios de uno de los mejores centrocampistas del mundo, pero las críticas no se centra en su calidad sino en las dudas que dejó una supuesta roja que le habrían perdonado en la ida de las semifinales de la Champions League.
El jugador del Manchester City aprovechó los espacios que dejaba el Real Madrid al tratar de mantener en línea a Erling Haaland y desde atrás, la figura de los Citizens provocó el suficiente daño para una saga blanca que estaba al borde del colapso al tratar de detener los embates de un equipo rebelde que salió a comerselos desde que pitaron el arranque del partido.
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El problema es que Bernardo Silva quizá no debería haber jugado. Algunos aficionados recordaron una falta del portugués en el primer episodio de la serie. Un pisotón con su pierna izquierda sobre la pantorrilla de Camavinga encendió las alarmas del Real Madrid por lo aparatosa que fue la entrada. Ni roja o la doble amarilla que habría mandado al jugador a las regaderas y la entrada quedó sólo en el anecdotario de los aficionados merengues.
Pese a que Camavinga pudo recuperarse, la mancha quedó sobre Bernardo Silva por la temeraria entrada que para el árbitro no fue lo suficientemente importante como para sacar un cartón amarillo. Al final del día, Bernardo Silva remató a portería con un zurdazo para fulminar a Courtois, un gol que se le sumó a un cabezazo cuando el portero belga estaba vencido y así completar el doblete. Al jugador lusitano parece que se le olvidó la polémica que quedará entre los recuerdos de un Real Madrid que perdió no por Bernardo Silva, sino por la falta de ideas en el mediocampo.